"El Burro, el Pito y la Vieja: Un Chiste de Mierda"

Había una vez un tipo que tenía un pito tan grande que le llegaba hasta las rodillas. Un día, estaba caminando por el campo cuando se encontró con un burro.

El burro lo miró y le dijo:

“¡Órale, cabrón! ¿Qué traes ahí, un tronco o qué?”

El tipo, orgulloso, le respondió:

“No, pendejo, es mi pito. ¿No has visto uno tan grande?”

El burro se rió y le dijo:

“Pues a mí no me impresiona. Yo tengo uno más grande, y además, lo uso para trabajar.”

El tipo, picado, le dijo:

“¡Ah, sí? Pues apuesto a que no puedes hacer lo que yo hago con este.”

El burro, curioso, le preguntó:

“¿Y qué chingados haces tú con ese tronco?”

El tipo, con una sonrisa maliciosa, le respondió:

“Pues me lo meto por el culo y me hago un nudo.”

El burro, impresionado, le dijo:

“¡No mames, güey! Eso sí está cabrón.”

Justo en ese momento, pasó una vieja de 60 años. La vieja los vio y

les dijo:

“¿Qué están haciendo, pinches locos?

¿No tienen nada mejor que hacer que andar comparando pitos?”

El tipo, sin pensarlo dos veces, le dijo:

“Pues, señora, si quiere, le muestro el mío.”

La vieja, con una mirada de desprecio, le respondió:

“¡No, gracias, joven! A mi edad, lo único que quiero es un burro que me lleve al mercado.”

El burro, sin perder la oportunidad, le dijo:

“Pues aquí estoy, señora. Suba, pero no se queje si se siente algo duro.”

La vieja, riéndose, le dijo:

“¡Ay, burro pendejo! Me refiero a que me lleves caminando, no que me cojas hijo de tu puta madre.”

El Remate  

Y así fue como el tipo con el pito grande, el burro y la vieja de 60 años se hicieron amigos. La moraleja de la historia: No importa el tamaño de tu pito, siempre habrá alguien más loco que tú.